Todos los criminales dejan algún rastro de su presencia. Así lo explicaron el pasado martes los inspectores Javier de Jaén Gil y Luis Villar Quesada, agentes del Cuerpo Científico de la Policía Nacional, que acudieron al Museo Universidad de Navarra (MUN) para simular un crimen que estudiantes de diversos centros escolares debían resolver. Se trata de una iniciativa enmarcada en el proyecto educativo Forensic Science.

Imanol Goyarrola, profesor del colegio Irabia-Izaga, señaló que los estudiantes se enfrentarían al robo simulado de un cuadro del museo. “Esto es muy útil para contextualizar las prácticas en laboratorios de biología o química. Se meten en la piel de un policía y analizan las evidencias de la escena del crimen”, relató. La primera fase del proyecto tuvo lugar en octubre y el pasado martes continuó con alumnado internacional, de países como India o Polonia. “Entre todos tienen que reunir y analizar pruebas para pillar al ladrón”, añadió.

"Se meten en la piel de un policía y analizan las evidencias de la escena del crimen"

Imanol Goyarrola - Profesor del colegio Irabia-Izaga

Los inspectores les dieron la oportunidad de trabajar como lo hace un policía en la vida real. Antes de comenzar la simulación, los expertos comprobaron el nivel de los alumnos y las alumnas para ver qué conocimientos tenían sobre la Policía Científica y mostraron algunas imágenes en las que debían identificar elementos que les llamasen la atención. “Cuando estamos en la escena del crimen tenemos que protegernos a nosotros mismos con guantes y buzos y después asegurar la zona”, indicó de Jaén. Asimismo, aportaron detalles sobre cómo recoger las pruebas del delito, por ejemplo “no se puede coger un pelo con un utensilio de metal, ni tampoco puede haber demasiada gente en la escena del crimen”, destacó Villar.

Manos a la obra

Los agentes recalcaron que “lo más importante es el trabajo en equipo” y seguir los pasos necesarios para que la investigación continúe su curso. Son cuatro las personas encargadas de trabajar en el espacio: el especialista responsable de la inspección técnica policial (ITP), el especialista en fotografía y vídeo, el especialista en planimetría y el especialista en la recogida de pruebas. Tras las indicaciones precisas, el alumnado se dividió en pequeños grupos para repartirse las tareas.

Equipados con guantes y monos blancos trabajaron para descubrir al criminal. “A la llegada a la escena hay que recopilar la información existente de los primeros actuantes y testigos”, concretó Villar. En este caso, el crimen consistió en el robo del cuadro Mousquetaire Tête, de Pablo Picasso, en el Museo Universidad de Navarra. La mujer encargada de abrir a primera hora las puertas del centro se encontró con todo revuelto y con una obra de arte desaparecida, así que lo primero que hizo fue llamar al cuerpo policial. Después los estudiantes entraron en acción.

“En la escena del crimen debe estar trabajando el personal mínimo imprescindible para evitar contaminación o pérdida de pruebas”, detalló de Jaén. Después de la recogida de evidencias se procede a redactar un informe pericial, es decir, un documento redactado por un experto que expone sus indagaciones y conclusiones al respecto.

“En la escena del crimen debe estar trabajando el personal mínimo imprescindible para evitar contaminación o pérdida de pruebas”

Javier de Jaén Gil - Inspector de la Policía Nacional Científica

El alumnado, entre pistas e indicios, se sumergió de lleno en un crimen que debían resolver entre todos, trabajando en equipo. Con curiosidad y emoción, María Acarrieta, Paula Iribas y Amalia Santos, alumnas de primero de Bachillerato del colegio Irabia-Izaga, se enfrentaban a este robo simulado por segunda vez. “La primera vez que lo hicimos fue en octubre, con el robo de un cuadro de Mark Rothko”, detallaron. Por su parte, Gabriela Vázquez, Teresa Gómez e Itahisa Díaz de Cerio, también alumnas de primero de Bachillerato de Irabia-Izaga, puntualizaron que todavía no saben a qué se quieren dedicar cuando finalicen su etapa escolar, aunque valoran estudiar criminología. “Nos han escogido los profesores porque pensaban que era una actividad con la que podíamos descubrir a qué nos gustaría dedicarnos”, concluyeron.