Uno de los proyectos más ambiciosos y completos sobre la población adolescente, el proyecto Sessamo, que analiza a estudiantes de 2º a 4º de ESO de 14 a 16 años y que realiza un seguimiento de su salud mental, se ha gestado en los últimos años y ya ha tenido importante repercusión y premios por su esfuerzo investigador. Ahora, ya se conocen las primeras conclusiones de este macroestudio, en el que por ejemplo se vincula el peor estilo de vida de las adolescentes con su mayor riesgo de suicidio (13,5%) y, sobre todo, con sus intenciones de autolesionarse (20%).

El abuso emocional, el uso de redes sociales, el trastorno del sueño y la menor actividad deportiva cocina un caldo de cultivo para disparar el porcentaje de chicas jóvenes que piensan en hacerse daño. Más allá de ello, también comparten más que los chicos su pensamiento, se abren mentalmente a un tercero como podría ser la encuesta, reflejan las expertas.

Los chicos son más sensibles al abuso físico, siendo esa la espita y el disparador de las ideas suicidas entre ellos, cuyo riesgo figura en un 10,2% de los jóvenes, mientras que las ideas de autolesionarse alcanzan al 5,5%.

El proyecto Sessamo es pionero en el campo de la salud pública y recoge información variada y aplicada a varias áreas de salud de casi 2.000 estudiantes de Navarra, Gran Canaria y Álava. La investigación busca relacionar acontecimientos vitales estresantes, situaciones de abuso y acoso escolar con el riesgo de suicidio, así como determinar el papel de la sintomatología depresiva y la ansiedad. Cada 3 años, hasta la edad de 25 años, se les volverá a contactar para actualizar la información relevante.

Las conclusiones las presentó ayer Adriana Goñi, psicóloga clínica que trabaja en la Red de Salud Mental de Navarra, en una jornada en la UPNA sobre Bienestar emocional en la escuela. En Sessamo trabajan también Azucena Díez, directora de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra (CUN); Almudena Sánchez Villegas, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la UPNA; y los psiquiatras Guillermo Pírez del Hospital Doctor Negrín de las Palmas de Gran Canaria e Iñaki Zorrilla del Hospital Universitario de Araba.

Los resultados preliminares muestran que el 27,5% de los adolescentes encuestados presentan síntomas de depresión, el 38% ansiedad y el 20% estrés. Goñi subrayó ayer el condicionante que sufrió esta investigación por la época Covid, y precisamente la pandemia ha sido también materia de análisis. Así, de los adolescentes que salieron de la covid con estrés postraumático, un 78% son chicas, lo que les llevaba a consumir cannabis, a emborracharse, eran víctimas de bullying e informaban de altos niveles de estrés. Precisamente la covid multiplicó por 5 el riesgo de suicidio en aquellos jovenes con más estrés.

Junto a Goñi intervinieron en una mesa redonda Mark Beyebach, profesor titular de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico en la UPNA y María Calatrava, Investigadora del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. El primero se centró en Intervenciones escolares centradas en soluciones y enfatizó el hecho de hablar más “del buen trato. Hay que hablar menos de bullying y más de lo bueno, del futuro, de dónde queremos ir”. Apostó por “potenciar las habilidades” del alumnado y “dotar de herramientas” al profesorado. “No hay que darles más problemas de los que tienen, sino resolverlos. Se trata de un problema de modelo, del modelo imperante, que busca diagnosticar y quizás eso es lo que hay que evaluar, si el diagnóstico está bien hecho”, recalcó.

Conferencia inaugural

Un laboratorio de emociones. La conferencia inaugural en la UPNA en la jornada sobre Bienestar emocional en la escuela corrió a cargo de Pablo Fernández Berrocal, catedrático de Psicología en la Universidad de Málaga, que impartió ‘Inteligencia emocional: asignatura indispensable para mejorar nuestra salud y bienestar’. Este especialista, que dirige un Laboratorio de Emociones en su centro, afirmó que “la Inteligencia Emocional no es un lujo, es una necesidad y algo indispensable. Lo ideal es que fuera transversal en todas las materias” y recordó que, como todo movimiento, ha generado un contramovimiento que está en contra de emociones en la escuela y que haya más lenguaje, matemáticas o idiomas. “Hay que rebatir eso con evidencias científicas. Si no hablamos de las emociones, sean agradables o desagradables, vamos a tener muchos más problemas de salud mental. Hay que centrarse en las personas”. Expuso que “dentro de una escuela hay muchas escuelas, pero a veces nos centramos en lo inminente y no en lo importante. Por eso gestionar aulas con tanta diversidad tiene un mérito terrible”, afirmó.

“Las chicas tienen un peor estilo de vida y eso las hace más vulnerables”

– La psicóloga clínica Adriana Goñi, alma máter del proyecto Sésamo, intervino ayer en la UPNA para detallar este estudio.

¿Cuáles son las conclusiones de Sessamo? Veo una importante brecha entre chicos y chicas y la relación de sus estilos de vida con el suicidio...

–Las chicas llevan un peor estilo de vida que los chicos. En casi todas las variables del estudio tienen peores puntuaciones, en ansiedad, depresión, riesgo de suicidio. No se si lo expresan más, si les gusta mas compartir o comparten más lo que les pasa, pero son mucho más vulnerables. Las chicas tienen mas consumo en horas de redes sociales, hacen menos actividad física y duermen peor que los chicos. 

El proyecto se realiza con estudiantes de 14 a 16 años de Navarra, Canarias y Álava. ¿Presentan diferencias por edades o territorios?

–Si vemos las bases de datos, nos parece que en Navarra en las variables de salud mental sacaban mejor puntuación que los de Canarias. Queremos tirar de ese hilo. En Gran Canaria hay mucho movimiento de alumnado, gente que va a trabajar ahí durante unos años y luego se va. Quizás en Navarra hay una red publica potente, aunque con listas de espera, pero lo cierto es que los indicadores salían mejor los alumnos de Navarra en ese análisis.

También reflejan el impacto de la pandemia en esta población.

–Lo curioso con la Covid es que cuando preguntábamos en el año 2022 o 2023 hay un porcentaje pequeño al que le ha impactado sobre manera. Al resto no, como en la población adulta, la mayoría ha salido indemne. Pero entre quienes ha afectado el 78% son chicas, un perfil muy vulnerable que lo han pasado muy mal no por la Covid, sino porque era algo que traían de atrás, circunstancias sociales o familiares, un trastorno mental significativo... Eso multiplica su ideacion. Hay que estar atentos a ese perfil, es el que nos interesa seguir y estudiar.

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Lo novedoso es que el proyecto quiere seguir analizando a los mismos alumnos hasta los 25 años.

–Sí, porque entonces podremos hablar de causalidad y saber que esas variables son factores de riesgo de los resultados que buscamos. Ahora solo puedo ver que se asocian, pero no la causalidad. Pero es muy difícil tener la fidelización de la muestra y que nos respondan.