Científicos del San Diego Zoo Wildlife Alliance informaron que tras analizar las muestras biológicas de dos de sus ejemplares de cóndor de California (Gymnogyps californianus habían nacido de sendos huevos sin fertilizar por un macho. Es decir, que sus respectivas madres se habían reproducido de forma asexual, por partenogénesis.

A través de unos análisis de rutina de varias muestras se comprobó que los dos polluelos solo estaban genéticamente relacionados con sus madres, con la hembra que puso el huevo del que nació, que ninguna de las dos crías estaba relacionada genéticamente con ninguno de los machos fértiles que conviven con las hembras.

Reproducción asexual inesperada e inédita

Oliver Ryder, director de Genética de Conservación en la San Diego Zoo Wildlife Alliance y coautor del estudio afirmó que "no estábamos buscando exactamente evidencia de partenogénesis, simplemente nos golpeó en la cara. Solo lo confirmamos debido a los estudios genéticos normales que hacemos para probar la paternidad". "Nuestros resultados mostraron que ambos huevos poseían los cromosomas sexuales masculinos ZZ esperados, pero todos los marcadores solo se heredaron de sus madres, lo que verifica nuestros hallazgos", concluyó. Ambas aves eran genéticamente huérfanas de padre.

Si toda esta parte ya era extraña, no es la primera vez que se documenta un caso de partenogénesis en aves, pero dado lo difícil de una observación de este tipo solo se conocían casos en aves domésticas, en pavos, palomas y pinzones.

Esta ves la razón no es la falta de machos

Pero todos estos casos tenían en común un detalle, la falta de machos con los que reproducirse de forma sexual. En el caso de los cóndores de California, ambas hembras vivían con otros ejemplares machos fértiles y con los que ya en años anteriores habían criado. De hecho, una de ellas ya había tenido otras once crías y la otra llevaba emparejada con el mismo macho cerca de 20 años y había sacado adelante a 23 polluelos, dos de ellos después de nacer uno de los partenotes, que es como se denomina a los ejemplares nacidos por partenogénesis. En este caso la falta de machos no es la razón.

Ambos partenotes ya han fallecido. El primero de ellos nació en 2003 y murió con 2 años en 2005. El segundo salió del huevo en 2009 y murió a los 8 años. Ambos ejemplares, según describieron desde el programa de cría en cautividad del zoo estadounidense, eran inusualmente pequeños y débiles para ser machos, aunque no se sabe si esta circunstancia se debe a su peculiar nacimiento.

Tras este descubrimiento, los científicos de este centro van a acelerar los análisis genéticos moleculares como los que han realizado con estos dos ejemplares para comprobar si se han dado más casos.

El programa de recuperación de cóndor lleva funcionando más de 30 años y guardan muestras biológicas (sangre, plumas, cáscaras y membranas de huevo...) de todos los ejemplares que han pasado por el centro, por lo que pueden identificar con detalle la genealogía de cada uno de ellos.