MATERIALES nobles e intervenciones a tiempo han hecho que el conjunto escultórico del monumento a Gayarre, realizado por Mariano, Benlliure, entre los años 1891 y 1895, se conserve pasado su primer centenario de forma extraordinaria, a juicio de los restauradores que intervienen estos días en él con tareas de mantenimiento y conservación. "Es una joya ubicada en el exterior, justo en el lugar donde se concibió su colocación, que se conserva de este modo gracias a los materiales con los que trabajó el escultor, mármol blanco de Carrara, (Italia) y bronce colado, puntualizan.

Fede Petri Sancha y Manuel García Sáez, de la empresa madrileña, In Situ, adjudicataria del Ministerio de Cultura, gestor de la reforma, trabajan y disfrutan en esta última intervención en el mausoleo. "Cuando coges un monumento tan especial, es un lujo trabajar en él", aseguran. Aunque afirman que miman por igual todos sus trabajos, reconocen que el de Gayarre es un monumento destacado en cuanto a la importancia de sus materiales y privilegiado por las intervenciones programadas acometidas, causa fundamental de su buena conservación. Las instituciones parece que han asumido una máxima de la restauración: "Es mejor realizar programas de mantenimiento y hacer mínimas intervenciones que alargan la vida de los bienes, en lugar de ejecutar grandes restauraciones cuando el deterioro es mayor y además, encarecen los proyectos. Nosotros como restauradores, actuamos sobre una premisa básica de la restauración que supone un ahorro en el gasto y no tener que ejecutar restauraciones bestiales", aseguraba Fede Petri.

Hace dos semanas que Fede y Manuel intentaron comenzar a aplicar esta medicina preventiva en el mausoleo de Roncal, pero el tiempo lo impidió. Interrumpieron y volvieron este lunes: "Necesitábamos buen tiempo para intervenir así que estos días aprovechamos al máximo", expresan.

Su trabajo consiste en proteger el conjunto de la suciedad y del deterioro que pueda sufrir, que en este caso es consecuencia del agua y del cambio brusco de temperaturas. "Es un seguimiento muy básico, pero importante". Sobre el bronce aplican un tratamiento "a la cera perdida" para sellar fisuras por las que sale el yeso en forma de manchas blancas cristalinas, y otros productos de protección antioxidantes probados, especiales para los monumentos al exterior.

En cuanto a la piedra, se trata de extender un producto para el mármol, eliminar restos de biodeterioro, importantes en la zona norte, de sombra todo el día, para que no le afecte la humedad, y retirar la suciedad que acumula del ciprés plantado a su lado.

Lejos de la contaminación y agentes químicos, indican los restauradores que el mayor peligro que tiene este monumento es el agua, tanto líquida como en hielo, porque al helarse acaba agrietando el mármol.

En esta fase aprovecharán, además, para colocar un bucráneo (cabeza de carnero), desprendida de un lateral y la guirnalda que resultó afectada por el robo de otra pieza similar, que reproducirán para volver a recuperar toda la zona decorativa que rodea el falso sarcófago. "Nos dedicamos , en resumen, a actuar de forma preventiva para su buena conservación, si bien es cierto que este es un trabajo excepcional en cuanto a la calidad del monumento", manifiestan.

El 7 de julio vence el plazo para estos trabajos promovidos por el Instituto de Patrimonio Cultural Español (IPCE), con seguimiento del Gobierno de Navarra, en un elemento de su patrimonio declarado Bien de Interés Cultural en 1996. Colocado en 1901 en Roncal, lucirá en breve espléndido en el ordenado cementerio de la villa roncalesa, para el que fue diseñado.