si Kike Barja, siguiendo la última moda en redes sociales, colgara una imagen suya de hace diez años (#10yearschallenge), nos encontraríamos a un niño pecoso y sonriente. En aquel enero de 2009, por ceñirnos a estas fechas, tenía 11 años, ya estaba enrolado en Osasuna y acababa de disputar el Torneo Interescolar con el equipo del Colegio San Miguel de Noáin. Ahí compartió ilusiones con quienes siguen siendo sus amigos (Javi, Mikel?), pero el entusiasmo no les dio para pasar a la segunda ronda: él marcó cuatro goles que le colocaron en un discreto puesto en el ranking de artilleros. En aquella edición arrasó Mikel Yoldi, ahora delantero de Osasuna Promesas. Trataron de pelearle el galardón Jose García (hoy en el Salamanca UDS) y debutante precoz en Primera con 16 años) y Endika Irigoyen (lateral zurdo en el B y hoy el primero en lista de espera para estrenarse con el primer equipo). Aquellos críos veían cada quince días en El Sadar a sus mayores y tenían un espejo inmejorable en Puñal, Azpilicueta, Nacho Monreal y Miguel Flaño, titulares habituales entonces en una formación que presumía en su plantilla de trece jugadores de la cantera. En aquel 2009, Osasuna salvó la categoría derrotando (2-1) al Real Madrid en la última jornada.

Diez años después Osasuna trata de reinventarse, de volver a sus orígenes; sin ningún futbolista extranjero (en 2009 había once de nueve nacionalidades distintas) pero sosteniendo esa aportación de efectivos de la cantera que ponen el cemento al equipo y establecen la cercanía con la grada que les ha visto jugar con la camiseta roja desde niños o en la plaza del pueblo, como a Barja. Recordemos que la desaparición progresiva en las alineaciones de los chavales de Tajonar alcanzó su punto culminante en 2014 con el descenso a Segunda. Ayer, el chico de mirada pícara que ataca siempre al defensa con el cuerpo encorvado como un felino,, marcó el primer gol cuando todavía entraban espectadores al estadio y dio el pase del segundo llegando hasta el poste, recordando las carreras de Martín, quien, por otro lado, fue quien le pasó al Promesas cuando era un adolescente de 15 años.

De aquel enero de 2009 sobreviven para la foto Oier y Miguel Flaño: dos ejemplos a tomar en cuenta. El 6 debutó en ese curso en Primera, pero acabó la temporada en Segunda B. Oier inició entonces un camino minado; le costó cuatro años ser titular en Osasuna y eso le enseñó que lo importante es siempre jugar, ya sea de lateral o de media punta; y que si casi te revientan un pie de un pisotón (como ayer Lago Junior), te tragas el dolor y sigues dándolo todo en el campo porque solo tú sabes lo que cuesta llegar y mantenerse. El defensa central, por su parte, ya era entonces un fijo; ahora ve esa imagen con la nostalgia de quien no entra en las convocatorias pero consciente de que sus últimas lecciones como rojillo las debe impartir fuera del campo; a chicos como Barja (a quien ya convenció para que no fichara por el Athletic), para que sepan que diez años atrás Osasuna vivía una época dorada, que los errores y las chapuzas le hundieron, pero que ha sido con la confianza y el esfuerzo de la gente de casa cuando ha vuelto la ilusión. Todo cambia pero Osasuna debe tener claro cuál es su camino. Y si no, repasen el Interescolar de 2009...