La estrategia dilatoria del alcalde Maya para impedir la creación de una comisión investigadora en el Ayuntamiento de Pamplona ha tenido el efecto buscado y pese los intentos de los grupos de la oposición para ponerla en marcha, la legislatura termina sin poder conocer si Navarra Suma utilizó bienes municipales en su beneficio.

La confirmación se ha producido esta semana en la Comisión de Presidencia, la última del mandato, donde el equipo de Gobierno se presentó sin la documentación ni los informes requeridos para posibilitar el cambio de reglamento, condición indispensable para la creación de las comisiones de investigación.

Aunque la modificación era relativamente sencilla ya que afectaba a un único artículo del reglamento orgánico del Pleno, la maquinaria burocrática empleada por el equipo de Gobierno durante estos últimos 12 meses ha impedido que fructificara el acuerdo adoptado por la mayoría municipal.

Fue el 17 de mayo de 2022 cuando los 14 representantes de EH Bildu, PSN y Geroa Bai formalizaron una proposición ante el Secretario para modificar el reglamento del Pleno e incorporar la figura de las comisiones de investigación. Un año después el expediente sigue en el mismo lugar, lo que en la práctica supone que queda pendiente de lo que decida la próxima corporación que resulte elegida de los comicios del 28-M.

Las tareas del jefe de los servicios jurídicos

El objetivo de EH Bildu, PSN y Geroa Bai era conocer si el responsable de los servicios jurídicos del Ayuntamiento –un cargo de designación directa– realizó trabajos para Navarra Suma al margen de su ámbito de actuación.

La sospecha tuvo su origen en un peritaje que el grupo municipal de EH Bildu dio a conocer en abril del año pasado. Según desveló el portavoz abertzale Joseba Asiron, el citado jefe del equipo jurídico utilizó más de 30 horas desde su ordenador oficial del Ayuntamiento y en horario laboral para los informes que Navarra Suma presentó en la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona en contra de la planta de residuos proyectada en Imárcoain, lo que podría ser constitutivo de un delito de malversación por administración desleal.

El retraso deliberado del expediente y de la tramitación de los informes ya le costó la reprobación a la concejala Ana Elizalde en septiembre del año pasado y en abril se celebró un Pleno donde la mayoría municipal denunció el bloqueo del alcalde Maya a la comisión de investigación pese a que dijo que tenía muchas ganas de ponerla en marcha.

Venta de terrenos e intervención del Gobierno foral por la licencia de una terraza

La legislatura termina con la venta de terrenos a promotores privados para construir vivienda y de paso cuadrar las cuentas; y con el terremoto que ha supuesto el acuerdo del Gobierno de Navarra, a instancias del Tribunal Administrativo de Navarra (TAN), de avalar la concesión de una licencia de terraza en la Plaza del Castillo que el Ayuntamiento se ha negado reiteradamente a conceder.

El último golpe de efecto antes de terminar la legislatura ha sido rellenar los dos huecos que quedaron vacíos tras cesar a María García-Barberena y Fermín Alonso después de que anunciaran que dejaban UPN para formar parte de las lista del PP ante los comicios del 28-M.

Para evitar la imagen de fracaso que habrían representado los dos sillones vacíos, el Ayuntamiento aceleró los trámites para que sus relevos tomaran posesión en el último pleno extraordinario celebrado este pasado jueves.

Esmeralda Maso Cabezón e Isabel Martínez-Peñuela Marco van a pasar formar parte de la historia de la ciudad por ser las concejales más efímeras, ya que la jornada plenaria fue la primera y la última para las dos.

Mandar sin gobernar

Si alguna lección se puede extraer para el futuro sobre la legislatura que está a punto de terminar en Pamplona es que resulta inviable la gestión de la actividad municipal sin contar con una mayoría que respalde la acción de gobierno.

Se puede mandar, eso sí, porque la Alcaldía y la Junta de Gobierno Local disponen de mecanismos suficientes para no tener que contar con la oposición, pero ha quedado demostrado que la buena gobernanza de la ciudad solo es posible si se dispone de los votos suficientes que sostengan la gestión municipal, por mucho que el sistema electoral otorgue la vara de mando al candidato de la lista más votada sin necesidad de disponer de la mayoría de los sufragios.

Fue lo que permitió a Enrique Maya hacerse con su segunda vara mando, tras la decisión de los socialistas de votar a su candidata y no respaldar al de EH Bildu que tenía mayor respaldo, y el comienzo de un mandato gris, que ha pasado sin pena ni gloria, donde la capacidad de buscar consensos ha brillado por su ausencia para perjuicio de la ciudad.

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 El mejor exponente fue el acuerdo presupuestario entre Navarra Suma y PSN, que apenas tuvo unos meses de vigencia, hasta que el alcalde decidió por su cuenta arreglar la pasarela pese a que se comprometió con la portavoz socialista Maite Esporrín a no hacerlo, pero duró fue lo suficiente para que el alcalde tuviera garantizada una legislatura sin problemas de presupuesto.

Habrá que ver si lo ocurrido tiene consecuencias entre las formaciones progresistas, que hace 4 años no fueron capaces de buscar un candidato alternativo a Maya, pero que después han mostrado una confluencia casi total en proyectos y estrategias de ciudad.