Hoy se cumple un año de la histórica moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona que propició el cambio en la Alcaldía con el voto a favor de EH Bildu, Geroa Bai y Contigo-Zurekin. El relevo llevaba tiempo preparándose y la transición fue meteórica. Enseguida se convocó la primera reunión en la que además de la nueva organización y de los decretos que tuvo que firmar Joseba Asiron como nuevo alcalde, el orden del día de aquella Junta de Gobierno Local contenía un único punto: prorrogar el presupuesto municipal, tarea que la regionalista Cristina Ibarrola dejó pendiente, como otras tantas, después de conocer que sus días al frente de la Alcaldía estaban contados tras un inédito acuerdo entre la izquierda abertzale y PSN.

Desde entonces, y pese a los vaticinios catastrofistas sobre el futuro que le aguardaba a Pamplona, el Ayuntamiento ha aprobado el Presupuesto más alto de su historia con 287 millones de euros y se han puesto en marcha 54 proyectos de diversa naturaleza, lo que da una idea de la frenética actividad que han mantenido las áreas desde el cambio en la Alcaldía. 

Si se analizan los resultados de Ibarrola en su efímero mandato de seis meses o los que obtuvo Enrique Maya en los 4 años anteriores, la diferencia no aguanta una comparación.

Frente a los farolillos que casi la lían el día de San Saturnino, las placas en el recorrido del encierro o la idea de un parque infantil con la figura gigante de Caravinagre, el actual gobierno municipal puede sacar pecho de todos los planes que se han activado después de años de inacción.

Fin de la parálisis

Aunque a la exalcaldesa no le gusta escuchar que la ciudad estaba paralizada, la perspectiva que ofrecía su mandato era parecida a los 4 años anteriores con Maya, sin mayoría ni capacidad de llegar a acuerdos para sacar adelante los proyectos pendientes.

Con una gestión municipal bajo mínimos, pendiente de un par de ocurrencias que pusieran el foco en ella, las cuatro fuerzas progresistas ultimaron un acuerdo de gobierno, con cesiones y compromisos de todas las partes, para dejar atrás la parálisis.

Pese al ruido mediático y a una virulenta campaña política a nivel nacional, los 8 votos de los representantes de EH Bildu, 4 del PSN (faltó uno), los 2 de Geroa Bai y el de Contigo dieron la segunda vara de mando a Joseba Asiron, con una plaza Consistorial repleta de gente de fiesta y un pequeño grupo de luto arropando a la exalcaldesa en su triste despedida.

Aunque era la primera vez que se presentaba una moción de censura en Pamplona, la ciudadanía asumió el relevo con naturalidad, como algo normal en un sistema democrático consolidado donde las sumas y las restas valen.

Como reconocía el alcalde Asiron en la reciente entrevista que concedió a este periódico tras este primer año, el aprendizaje de la legislatura 2015-19 les ha servido para centrarse en el objetivo de gobernar y activar los proyectos que necesita Pamplona.

Los acuerdos entre formaciones diferentes han caracterizado esta parte de la legislatura, con tres formaciones dirigiendo las distintas áreas y el apoyo exterior de los socialistas. Bajo la dirección de Marina Curiel, el grupo municipal socialista ha echo valer el peso de sus cinco votos, sobre todo en la negociación del presupuesto, y se ha comportado como un socio de garantías. 

Las bases se pusieron antes. La maquinaria fue probada con resultados satisfactorios durante la última fase del mandato de Maya, generando la confianza necesaria y los mecanismos internos de comunicación que han sido fundamentales en el trabajo actual.

Los números de un año de gobierno progresista

El resultado son las 90 partidas de inversiones recogidas en el Presupuesto, que ascienden a 37,9 millones de euros, incluyendo proyectos tan relevantes como la reurbanización de Sarasate, la rotonda de San Jorge, la renovación de calles de Txantrea, el carril bici de Beloso, el corredor sostenible de Pío XII, la pavimentación en varias zonas de la ciudad, el centro de interpretación de la pelota o las nuevas viviendas sociales y colaborativas.

El gasto social se lleva 39,09 de cada 100 euros de las cuentas del año que viene; 24,68 se dedicarán a la mejora de la ciudad consolidada y al impulso a la ciudad futura: y 19,11 euros irán destinados a cimentar la ciudad de la convivencia, a través del área de Seguridad y Convivencia.

En 2025 es seguro que habrá una subida de la contribución urbana, después de años de congelación pese a que la legislación vigente obligaba a su actualización periódica. Pero UPN decidió meter en un cajón el asunto, ocultando a la oposición la existencia de un documento para poner al día el catastro que ahora debe aplicar el nuevo equipo de Gobierno.

En el balance de estos doce meses no se puede pasar por alto el acuerdo que desveló Diario de Noticias entre EH Bildu, PSN y Geroa Bai para resignificar el Monumento a los Caídos, ni todos los esfuerzos que ha hecho el Ayuntamiento, en dinero y personal, para ayudar a las personas sin hogar, que cada vez en mayor número recalan en esta ciudad.

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“2015 será un año crucial” es la frase que repiten los integrantes del equipo de Gobierno, conscientes de que lo mejor está por llegar, ya que a las inversiones previstas se sumarán en 2025 los proyectos con cargo a los remanentes de tesorería, con un primer listado con más de 40 intervenciones y proyectos que seguro obtendrán financiación.

El equipo de Gobierno tiene la legislatura encarrilada, pero con tareas por delante, como el Plan de Convivencia, que acaba de echar a andar, o los proyectos para construir más vivienda pública tras una legislatura pasada con el marcador a cero.