A pesar de que no sea común que los fines de semana haya estudiantes en las universidades, la Universidad de Pública de Navarra ha reunido a 466 personas para examinarse de las pruebas de Formación Sanitaria Especializada. Se trata de una cifra muy elevada en comparación con las 191 plazas que se ofertan en Navarra (139 para el Servicio Navarro de Salud y las 52 restantes para la Clínica Universidad de Navarra). En lo referente al sistema público, el 76% de esas 139 plazas corresponden a Medicina, mientras que el resto están dirigidas a otras titulaciones como Enfermería (24), Psicología (4), Farmacia (4) y Física (1). De esta manera, los futuros sanitarios se enfrentan a una de las pruebas más importantes de sus vidas, aquella que les permitirá el acceso para hacer lo que más desean: ayudar a los demás.

Tras seis años en una carrera larga que todo el mundo respeta, Nicholas Chérrez, pamplonés, llevaba preparando el MIR desde principios de junio con la academia CTO. “Si todo va bien y la nota acompaña, me gustaría hacer Radiodiagnóstico”, ha confesado. Durante toda su vida académica, Nicho pudo conocer de forma global el funcionamiento del cuerpo humano y se planteó numerosas hipótesis sobre la especialidad que le gustaría escoger. Quizá Pediatría, como su abuelo, o Medicina forense, como su tío. Sin embargo, “todo cambia. Me di cuenta de que lo que más me gustaba al estudiar las asignaturas de manera transversal era, concretamente, la parte del diagnóstico por imagen. He pensado mucho en cómo puedo aportar mi granito de arena como médico y me veo trabajando en el diagnóstico”. La prueba ha tenido una duración máxima de cuatro horas y media, un examen que, como diría el tío de Nicho, “excede las capacidades fisiológicas de concentración”, pero él se ha mostrado tranquilo porque “el conocimiento y el trabajo ya están hechos; solo hay que mantenerlo”.

Los familiares se despiden, con abrazos, de sus hijos, quienes no saldrán hasta las 20.30 horas del examen. Unai Beroiz

Nicho ha saludado a Ana Hernández, su compañera, que, al igual que él, también quiere dedicarse al Radiodiagnóstico porque durante las rotaciones (que para muchos estudiantes es un prueba y error) se sintió muy cómoda en esta especialidad. “Nunca tuve muchas dudas sobre mi futuro. Seguí lo que tenía en casa”, ha comentado. Su madre, médica de familia, fue una de sus grandes inspiraciones para seguir esta vocación. De hecho, durante mucho tiempo pensó en apostar por la medicina familiar, pero “se puede orientar a una especialidad un poco más descansada”, bromeó su madre. Al contrario de la dinámica general, Ana se ha encontrado tranquila: “Esto es una profesión donde la calma y la tensión deben estar equilibradas”, ha sentenciado su madre mientras le daba un abrazo a su hija.

“Me hace muy feliz hacer el MIR. Desde pequeño he querido ser médico, como mi familia”.

Javier Agustín - Graduado en Medicina

Los futuros médicos han acercado a Javier Agustín, otro compañero suyo, procedente de Zaragoza, que lleva desde junio estudiando entre 10 y 12 horas diarias para que la nota le dé y pueda dedicarse a la cirugía plástica: “De entre todas las rotaciones que he hecho, es la que más me ha gustado. Es muy completa, ya que no restringe ninguna parte del cuerpo y el ámbito de trabajo es muy amplio”, ha explicado. Aunque le gustaría quedarse en Pamplona o Zaragoza, Javier no tiene preferencia: “Tampoco puedo ponerme muy exquisito”, se ha reído. Se trata de una decisión que le acompaña desde pequeño cuando veía a su abuelo y su tía con batas de médico: “Es una decisión que me va a hacer muy feliz. Siempre lo he creído así”, ha concluido.

María Pérez, procedente de León, y Pablo Gómez, pamplonés, se han enfrentado al examen con muchos nervios. Ella quiere ser psiquiatra desde que comenzó la carrera hace seis años, pero Pablo todavía tiene dudas: “Todo dependerá de cómo haga el examen. No sé qué quiero porque no sigo una tradición familiar como otras personas, pero es un trabajo que, desde luego, me apasiona. No me veo haciendo otra cosa”. María le ha acompañado en esta idea y ha subrayado que ser sanitario es una de las maneras más bonitas de ayudar a quienes lo necesitan. Y, a pesar de tener el corazón en la garganta, ambos se alegraron porque confiaban en que están muy preparados después de tantos años realizando simulacros: “Es nuestra última vez y vamos con todo”, ha asegurado María.

Cuando apenas quedaban diez minutos para que den las 15.00 horas, los futuros sanitarios se han despedido de sus familiares y amigos entre besos y abrazos, algunos más emocionados que otros. Los padres de María Rodríguez, de Vitoria, le han animado mientras ella se recomponía. Era la segunda vez que se enfrenta a esta prueba. Ella es bioquímica y se examinó para la especialidad de Biología: “Hay una plaza aquí en Pamplona y deseo conseguirla”, ha confesado mientras se limpiaba las lágrimas. Y, como los otros 465 estudiantes, ha respirado profundamente, ha cogido fuerzas y ha entrado por la puerta del Aulario de la UPNA para hacer el examen que le cambiará la vida.