En el momento del reportaje tenía 95 años. Ya ha cumplido los 96 y suma también un año más su carné de conducir. Hace poco me enseñaba orgulloso ese permiso de circulación, recién renovado tras unas pruebas que pasa a escondidas de sus dos hijos, a los que no les hace demasiada gracia el asunto. Blas Asín sigue conduciendo porque quiere sentirse útil. Maneja un Peugeot 206 con el que recoge a su mujer María, que padece Alzheimer, del centro día al que va por las mañanas. 

Puestos a destacar una historia, me quedo con la suya. La excusa del chófer veterano para hablar de una vida en común. De cómo Blas y María se conocieron cuando él fue a trabajar a Cadreita y por ahí solía pasear ella, “una finica, maja... guapísima”. Del tío Julián advirtiéndole que mejor no intentarlo, que el padre de María tenía escopeta y era el mejor tirador del pueblo. De cuánto le dieron igual esos consejos, acabaron por enamorarse y formaron una familia. De cuando decidieron venir a Pamplona pensando en el futuro de sus hijos, del trabajo de Blas levantando la torre Basoko, de los primeros síntomas y lo jodida que es la enfermedad de la que es su compañera desde hace más de siete décadas... 

La historia de Blas y María, publicada el 26 de febrero del pasado año.

El reportaje de Blas y María ejemplifica lo que yo entiendo como lo mejor de esta profesión. Dar voz a la gente corriente y los temas de andar por casa. La razón de ser de un periódico local. Así sucede en Sociedad, Mirarte, Economía o Deportes. El último rediseño de DIARIO DE NOTICIAS les otorgó un protagonismo especial en la cabecera de Vecinos, sección en la que trabajo. Una foto bien grande –o un collage de varias imágenes, como con Blas y María– de apertura y declaración de intenciones. Con la categoría que merecen lo que llamamos nuestros Personajes.

Aquí la premisa es sencilla. Cabe todo el mundo excepto los políticos, aunque a veces se nos cuele alguno. Buscamos (o nos buscan) personas y colectivos normalmente anónimos para el público general y muchas veces célebres en sus barrios o pueblos. 

Por esta sección han pasado gentes con mucha pasión por lo suyo: locos de los bonsáis, la esgrima histórica, los castores, murciélagos o autillos; de los belenes, las cuevas o los castillos; voluntarios que pintan las señales de guía en el monte; un joven que compra una iglesia en ruinas para hacerla su estudio o el último carbonero de Navarra. Aquí caben barrios enteros, como la Txantrea reivindicando en 2017 que no se ejecutara la orden de expulsión que pesaba sobre su vecino Cheikhouna, de origen senegalés. Un año después pude escribir este feliz titular: ‘Cheikhouna se queda’. 

También tienen peso los oficios y el comercio local que nutre a la vecindad. Bares que abren o celebran aniversarios –recientemente los 25 del Jesús Mari de Pamplona y los 50 del Moly de Lodosa– otros famosos por sus almuerzos, tortillas o fritos. Tiendas históricas que aguantan, cierran o cambian de dueño: acabamos de contar el relevo en la centenaria pastelería Bergera de Altsasu, unos majísimos Marcela y Rafa se jubilan de la librería Abárzuza de Santo Domingo y hace nada Joxepa preparó su último talo en el bar Zubi Punta de Erratzu. El Personaje es el lugar para todos ellos.

Los personajes en pandemia

En pandemia a la cabecera Vecinos le creció el apéndice ‘Al pie del cañón’. Los personajes a modo de homenaje en un tiempo en el que daba apuro compartir etiqueta de actividad esencial con personal sanitario, de alimentación, limpieza o del sector funerario. Aquí tuvieron todos su espacio destacado.

Profesionales del sector funerario, el último eslabón del sistema sanitario.

En el drama surgieron además, y menos mal, historias para desconectar. Recuerdo a un vecino de Mutilva que durante el confinamiento salió al balcón, día sí día también, con disfraces diferentes y un megáfono para informar de lo mucho que se aburría

El reportaje y los difraces de Jokin Ventura, el vecino que en pandemia se aburría mucho.

También nosotros nos asomamos a diario al kiosco con un nuevo personaje. Sin aburrirnos pero con una pequeña angustia: ¿Nos quedaremos sin ellos? Si pasa, será por falta de manos en una redacción menguante. Los personajes estarán ahí siempre. Como la gente corriente.