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Después de haber calentado motores de Eventos MasterChef Navarra, los equipos se sentían mucho más preparados para afrontar la segunda de las pruebas, que empezó por todo lo alto. En lugar de seguir el cocinado de un chef, la complejidad de esta prueba residió en el acertijo que los concursantes tuvieron que resolver para descifrar los ingredientes y cantidades a utilizar. Las preguntas que invadieron el plató cambiaron entonces a “¿qué significa esto?”, “¿qué crees que pone aquí?” e incluso “¿cuál era la letra número trece del abecedario?”, ya que el acertijo contenía encriptados en números, letras desordenadas y acrósticos, los ingredientes que iban a necesitar.
De esta manera, el cocinado comenzó atascado para muchos, aunque también aventajado para otros, como en el caso del equipo de CyC que, según contaba Mónica Hidalgo, “al estar acostumbradas en nuestro trabajo a aplicar la lógica, lo hemos resuelto bastante rápido”.
Después, tal y como ocurre en las pruebas originales del programa MasterChef, cada equipo asignó a un capitán para acercarse al “supermercado” y adquirir los ingredientes, una labor para la que las chicas de Muxunav eligieron a Gloria Muruzábal por ser, nada más y nada menos, que la jefa de la empresa.
Para comenzar el cocinado, los equipos tuvieron que laminar los espárragos blancos de Navarra, un paso que requirió de todo el perfeccionismo y escrupulosidad de los participantes y que Víctor Manuel Carroza, mecánico en Unsain Grupo, desarrolló con éxito ya que, como explicó, “la mecánica es cada vez más meticulosa”.
Llegado el momento de sofreír la morcilla desmenuzada, se produjo un pequeño incidente que causó muchas risas. Los representantes de cada equipo cocinaron junto al chef la morcilla lo más rápido que pudieron porque se les acababa el tiempo. Una vez preparada, volvieron a las mesas y los concursantes siguieron con las elaboraciones: enrollar la morcilla con las láminas de espárrago, calentar leche con queso Ronkari y nata...
Algunos equipos innovaron en el emplatado y le añadieron su toque personal, rallando láminas de queso para decorar a su manera. En cada plato se podía percibir la visión propia bajo la que cada equipo había elaborado su canelón. Algunos hicieron varias piezas, mientras que otros realizaron un solo canelón, pero de gran tamaño.
“En mi casa somos familia numerosa, así que hemos hecho uno enorme, como se hace en mi casa, que hay que alimentar muchas bocas”, bromeó Pedro Hernández, miembro de Tafatrans.
Los concursantes parecieron quedar más satisfechos con la segunda de las elaboraciones, quizás porque ya habían roto el hielo y estaban más confiados, aunque también más competitivos y muchos buscaban llegar a la final. “En la prueba anterior estábamos nerviosas, no veíamos, no entendíamos lo que decía, pero ahora hemos venido a ganar”, contaba Luka Torrecilla, de Muxunav.
La segunda prueba terminó y, a las puertas de la final, el chef Roberto Serrano confesó que “se nota que estamos en Navarra y que la gente tiene una cultura gastronómica muy potente”. Al mismo tiempo, Serrano les felicitó “por ser tan profesionales y haber replicado de forma tan fiel estos diseños gastronómicos adaptados a la denominación de origen de Navarra”.