Las muertes por suicidios cuadruplican ya a las víctimas de accidentes de tráfico en Navarra. El año pasado un total de 61 personas se quitaron la vida en la Comunidad Foral, frente a las 16 que fallecieron en las carreteras. Cierto es que las víctimas de tráfico de 2023 marcaron las cifras más bajas registradas, mientras que las de suicidios se encuentran en máximos tras el repunte experimentado después de la pandemia.

Esos 61 suicidios implican un aumento del 7% con respecto a los casos registrados en 2022 y 2021, con 58 en ambos años, que a su vez ya supusieron un importante y preocupante ascenso sobre los años previos a la covid-19, en los que los suicidios rondaron los 40-45 casos cada ejercicio. Se trata de una cruda realidad que tiene multitud de causas y de situaciones que llevan a una persona a no ver más solución que la de quitarse la vida y llama la atención, además, que solo un tercio de ellos (35%) estaba en terapia de Salud Mental en el momento del suicidio.

Para tratar de abordar este tema, desde la Red de Salud Mental de Navarra iniciaron en 2020 un registro del suicidio, en el que analizan desde diferentes ámbitos el perfil de las personas que se quitan la vida cada año con el fin de prevenir todos los casos posibles en el futuro. Los de 2023 son datos provisionales, aunque las variaciones que pueden darse son mínimas, pero la radiografía de ese registro deja claro que el suicidio es un problema social de toda la ciudadanía, pero que no afecta a todos por igual.

Así, de los 61 suicidios registrados, tres de cada cuatro fueron de hombres (45), frente a los 16 que hubo de mujeres, y casi la mitad de los suicidios –como se puede ver en la gráfica que acompaña esta información– fueron de personas entre 40 y 60 años. Como nota positiva, no hubo ningún joven menor de 29 años que se quitase la vida el año pasado, aunque destacan los 14 suicidios de mayores de 70 años.

Contacto con Salud Mental

La atención precoz es fundamental para prevenir el suicidio, pero tan solo el 35% de las personas que se suicidaron estaba en contacto con la Red de Salud Mental del sistema público en el momento del fallecimiento, una cifra que “ha descendido en 2023, después de varios años en torno al 40%”, explica Adriana Goñi, psicóloga clínica de la Red de Salud Mental de Navarra, que señala que es “un dato bajo”.

De ese 35%, el 43% había tenido una consulta con Salud Mental en los últimos 20 días anteriores al fallecimiento, en concreto el 19% en la última semana y el 24% entre los últimos 7 y 20 días. “Muchas veces cuando una persona está en este tipo de crisis acude al sistema y da señales, por lo que nosotros tenemos que brindarles la oportunidad de pedir ayuda”, comenta Goñi.

Depresión, principal diagnóstico

De ese 35% de personas que estaban dentro de la Red de Salud Mental (21 de las 61 que se suicidaron), una de cada tres (33%) estaba diagnosticada con un trastorno del estado de ánimo (“depresión en todas sus variantes”); el 22% con un trastorno de ansiedad; y el 17% con un trastorno por abuso de sustancias. “Del total de personas que se suicidaron, el 20% ya lo había intentado antes. El 30% de las personas que lo intentan y no lo consiguen lo reintentan”, expone la psicóloga.

La mayoría, con bajos ingresos

Este año, por primera vez, han incluido en el registro la variable socioeconómica y los resultados han sido clarificadores: “Las personas con bajos ingresos se suicidan el doble que las que tienen un nivel socioeconómico alto”. Goñi detalla que han diferenciado tres grupos: colectivos exentos de pago –personas con escasos recursos que reciben prestación sanitaria–, personas con rentas inferiores a 18.000 euros brutos al año y personas con ingresos superiores a esa cifra.

El 34% de las personas que se suicidaron en 2023 ganaban menos de 18.000 euros al año (1.300 al mes) y el 21% eran colectivos exentos de pago. Es decir, más de la mitad (55%) de quienes se quitan la vida tienen un nivel socioeconómico bajo, frente al 23% que ganaban más de 18.000 euros al año. “El suicidio afecta a toda la sociedad, pero cuando uno además de un diagnóstico tiene un nivel socioeconómico precario el riesgo es mayor”, incide Goñi.

El 56%, solteros o divorciados

Otro de los indicadores que se ha analizado es el de la situación civil y laboral. El 56% de quienes se suicidaron estaban solteros o divorciados, el 30% estaban casados o en pareja, el 5% viudos y del 10% se desconoce su estado civil. Pero llama la atención, en el caso de las mujeres, que el 44% estaban solteras, frente al 20% de los hombres.

En cuanto a su situación laboral, se ve claramente una brecha de género: dos de cada tres mujeres (62%) estaban en desempleo o tenían discapacidad, frente al 13% que estaba en activo y el 6% que estaban jubiladas. Justo al revés que los hombres: tres de cada cuatro (74%) estaban en activo o jubilados y solo el 14% estaban en desempleo o tenían discapacidad. Del 9% se desconoce la información.