El Parlamento de Navarra ha dado carpetazo al primer año de legislatura, y lo ha hecho con la mayoría de Gobierno demostrando su solidez. 30 votos que este jueves volvieron a actuar de la mano para aprobar tres de las cinco propuestas de ley que tramitaba el último pleno la Cámara. Las tres planteadas por los socios de Ejecutivo. Las otras dos, firmadas por UPN, fueron rechazadas.

No hay grandes modificaciones en lo que se refiere a los proyectos legislativos, pero suponen una nueva evidencia de que hoy por hoy las fuerzas que sostienen el Ejecutivo de Chivite actúan de la mano. Síntoma de estabilidad y perspectiva de futuro en medio del ruido político que rodea a la actividad parlamentaria.

Al otro lado queda la derecha, que ha vuelto a fracasar en sus proyectos de ley, como era previsible. UPN sigue marcando el paso de la oposición, y esta vez había planteado dos reformas de contenido técnico. Una para facilitar inversiones en las localidades de menor población y otra para garantizar por ley la deflactación del IRPF todos los años.

Nada que el Gobierno no pudiera aprobar, o al menos matizar para dar el gusto a UPN de sentirse importante en la gestión de la Comunidad Foral. Pero solo ha servido para evidenciar la falta de influencia de la derecha regionalista, hoy por hoy enfrentada al Ejecutivo foral y sin margen para sumar mayorías en prácticamente ninguna institución.

La derecha sigue fragmentada y sin opciones a corto plazo de recuperar el poder. De hecho, si algo ha destacado este año ha sido la rivalidad entre UPN y el PP por el liderazgo de su espacio político. Con la extrema derecha fuera de juego pero empujada por las dinámicas y corrientes que recorren el mundo, por ahora sin éxito en Navarra.

La moción de censura

Este primer curso ha estado marcado fundamentalmente por dos eventos principales. El tramo final por las elecciones europeas y la tensión política presente en Madrid, que de una u otra forma acaba salpicándolo todo. Pero sobre todo por la moción de censura en Pamplona, principal punto de inflexión que va a condicionar toda la legislatura.

El inicio del mandato fue complicado. La negociación del Gobierno provocó un duro enfrentamiento entre el PSN y Geroa Bai, que EH Bildu trató de precipitar facilitando sin condiciones la investidura de Chivite. Sin embargo, el acuerdo de gobierno final, al que se sumó también Contigo-Zurekin, y la moción de censura de Pamplona han acabado de disipar las tensiones y desconfianzas internas.

Las fuerzas que sostienen el Ejecutivo de Chivite actúan de la mano; síntoma de estabilidad y perspectiva de futuro.

Fundamentalmente porque el traslado de la mayoría de gobierno al Ayuntamiento de la capital ha acabado de clarificar el mapa político en Navarra. EH Bildu tiene la recompensa por su apoyo al PSOE en Madrid y en Navarra, y el PSN se garantiza el respaldo parlamentario para el Gobierno foral. Más allá de las declaraciones públicas, la necesidad de la cohabitación limita también la influencia de la izquierda abertzale, que se ha convertido en un agente más de la gobernabilidad. Con todo lo que ello implica.

Así que es previsible que la dinámica siga en los mismos términos también a partir de septiembre. Al menos a corto plazo y mientas se mantenga el equilibrio de fuerzas que ahora mismo recorre Madrid. De hecho, tampoco se esperan grandes cambios en Pamplona, donde ni se ha modificado la ordenanza del euskera ni hay perspectivas de que se vaya a demoler el Monumento a los Caídos. Dos de las líneas rojas fijadas por el PSN a cambio de posibilitar la alcaldía a Joseba Asiron.

El Parlamento cierra así el curso político sin grandes cambios legislativos, dejándose llevar por la inercia política y un contexto electoral de Madrid que lo inunda y lo condiciona todo. No obstante, superadas las elecciones europeas y pese a la inestabilidad política que sigue presente en Cataluña, el Gobierno alcanza ya velocidad de crucero.

Hay varios proyectos de ley que se están avanzando dentro del Palacio de Navarra. La Ley de Industria, la Ley de Salud o la reforma de la Ley de Vivienda que debe delimitar las nuevas zonas tensionadas de alquiler, verán la luz a partir del próximo mes de septiembre. Lo harán con la misma mayoría parlamentaria que este jueves dio luz verde a los tres proyectos legislativos. Está por ver si son suficientes para hacer frente a los problemas que pretenden resolver, fundamentalmente en el ámbito de la vivienda y de la sanidad. Retos que un año después de las elecciones siguen pendientes.